Miedos,fantasmas,tabues...

En lo más recóndito de nuestro interior, especialmente en esa parte del cerebro donde nuestra memoria acumula los recuerdos, hacen su hogar nuestros fantasmas y miedos, hibernando por largos períodos en un tiempo desconocido, pero como los anfibios, requieren salir a la superficie para tomar… aliento.

La diferencia entre recuerdo y fantasma la determinamos nosotros,lo determina su trascendencia, ya que, no obstante se mantienen archivadas en ese infinito banco de datos de nuestras neuronas cerebrales, los efímeros e intrascendentes escapan a esa categoría.

Sólo convertimos en fantasmas aquellos que, para bien o para mal, hacen vibrar ese instrumento escondido en el centro del alma, con notas armoniosas o sonidos horrendos hasta sacudir nuestro espíritu, dejando huellas físicamente imperceptibles, pero permanentes en nuestro recuerdo.

Los fantasmas pueden ser “buenos” o “malos” conforme a la naturaleza de los recuerdos. Los de Cinderella o El príncipe, en algunas personas desde niños hasta su último día, crean fantasmas “buenos” que, por muy dolorosa o desastrosa que llegara a ser su vida, constituyen escapes que les evitan derrumbarse;un buen fantasma.

Por el contrario, los crueles recuerdos de un padre desalmado, madre inconsecuente, maestro injusto, amigo infiel, o el primer amor desastroso, crean fantasmas “malos” que necesitan salir a tomar aire, afectan la vida de las personas, promoviendo desconfianzas automáticas, rechazos injustificados desmejorando la capacidad de aceptación a la diversidad de las personas de su entorno íntimo.

Ayer volvimos a hablar del mío,aquel que se convirtió en un tabú,el sentimiento de miedo que percibia hace tiempo se ha diluido, pudiendo hablar de el con total serenidad y sosiego, todo ello gracias a la persona con la sonrisa más bonita.

Durante un tiempo,he vivido siempre con mi fantasma,sintiendo que estaba ahí, sembrado en el fondo de mis recuerdos, presto a aprovechar la más mínima oportunidad para recordarme que no ha muerto,o que nunca me abandonaría.Estaba presente en todo lo que hacia pero he llegado a la conclusión de que yo lo traje a este mundo, le di vida y se instaló en mi particular existencia, siendo yo también quien le diría adios.

Conozco de lo que es capaz de hacerme sentir ,no deseo volver a experimentarlo; por eso desde hace bastante tiempo he aprendido a controlarlo.Llegó a perturbarme de tal manera, que en ocasiones ,tomé decisiones, más motivado por su aguijón que por las circunstancias reales del momento. El resultado nefasto me enseñó como tratarlo. Así, de él aprendí , y supe como manejarlo.

Hoy, cuando en las noches las estrellas con sus guiños de luz y distancia me recuerdan lo bello pero insignificante de mi vida, recuerdo a mi fantasma , sonrio con cierta picardía,ya que le ganado la batalla, aquella que sólo yo empecé, y que sólo yo alimenté, diciendole "te gané".

Por eso, ahora es momento de paz y felicidad, porque si hay algo que me ha demostrado el tener mi fantasma es el conocimiento del adjetivo féliz y del sentimiento llamado amor; gracias miki¡¡.

Mxs